Esta semana he visitado el Parque Arqueológico del Botánico, recientemente abierto al público y que recomiendo a todos los salmantinos. El Ayuntamiento de Salamanca y la Universidad de Salamanca, han unido sus esfuerzos para mostrar a los salmantinos otra parte de la impresionante historia de nuestra ciudad y nos invitan a descubrir uno poco más del pasado tan glorioso que tuvo Salamanca.

Son visitas guiadas y de la mano de arqueólog@s que nos dan una visión profesional y cercana de los restos que allí se encuentran. Ese solar, que a muchos de nosotros nos lleva a otros tiempos, cuando estaban las pistas del Botánico, guarda mucha historia que tras estudios y trabajos arqueológicos, hoy nos llevan a descubrir un poco más del pasado de nuestra ciudad.

Se pueden ver restos de dos edificios de gran valor histórico y artístico destruidos en el S. XIX, durante la Guerra de la Independencia:

. El Convento de San Agustín y su Iglesia de S. Pedro.

. El Colegio Mayor de Cuenca.

Ambos edificios fueron comenzados en el S. XVI. Había también una importante vía de época medieval que trascurría entre ambos, la Calle de S. Pedro y que en otros tiempos fue la calle más importante de la Judería que se encontraba ubicada en esta zona.

El Convento de San Agustín fue un importante centro de saber donde habitaron personajes tan importantes para nuestra Salamanca como Fray Luis de León, San Juan de Sahagún o Santo Tomás de Villanueva. Llevar a cabo la construcción de los dos edificios supuso la compra y destrucción de al menos 36 casas, entre ellas una de las Sinagogas de la ciudad.

Esta es una pequeña introducción documentada en los carteles del recorrido y las explicaciones de una de las arqueólogas del Parque Arqueológico del Botánico, pero es solamente una pequeña parte de todo lo que allí explican y se ve.

Estas visitas tan interesantes se están ofreciendo gratuitamente, de momento hasta el 31/12/2020. Para reservar la visita dejo el enlace de la página de Salamanca y Más:

https://salamancaymas.es/

Piedra franca de Villamayor labrada, que formaba parte de uno de los edificios y muestra del suelo del conjunto claustral, cuyo pavimento se componía de cantos de cuarcita y de fragmentos de pizarra.